El Sevilla sigue intratable en su fuedo y llegará al derbi de la semana que viene en el Villamarín con moral y, lo que es más importante, una sensación de equipo fiable que puede ser el primer paso para su redención definitiva en una campaña tan exigente como irregular.
Sufrió mucho, más de lo previsto, para doblegar a un Sporting tan limitado como disciplinado, que estuvo cerca de marcharse del Pizjuán con un punto si no media un riguroso penalti que dinamitó el partido a un cuarto de hora del final.
Por ello, están más que justificadas las posibles quejas del conjunto asturiano, aunque lo cierto es que el Sevilla rondó con peligro la meta de Cuéllar durante toda la segunda parte tras desperdiciar los primeros 45 minutos con un fútbol ramplón y previsible que era incapaz de inquietar a la pétrea zaga sportinguista.
El resto fue coser y cantar para un Sevilla que aún pudo marcar un tercer gol si el poste no repele un imponente trallazo de Banega cuando ya se jugaban los minutos de prolongación.
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